lunes, 8 de abril de 2013

Lamentaciones de una modernidad relativa, cuanto menos.

¡Qué tragedia la figura
del barco a la deriva
que tras la tormenta
flota, desdichado y sin rumbo

maullando manso a la locura!
¿No es ya triste mi voz
que he de imaginar
mi acción futura?

Sin tiempo a penas
entre las sábanas malditas.
Ah, paradoja sombría,
mi adicción y mi tortura.


miércoles, 27 de marzo de 2013

La confesión del pecador empedernido.

¡Ah, antinomia!
La virginidad dentro del cuerpo
del hombre más bello sobre la Tierra.

Destellos de oro los cabellos
del joven Paris, de esperma puro
de diamantes y de manos
en mármol esculpidas...
 ¡Que ni el escultor pudo tocarte!

Aúlla la nueva Roma de piedra gris,
carcomida por el hediondo aire
que se cuela entre mis dientes
¡como si pudiera, a causa de mi dolor
volverse contra el mismo Dios!

Enlutado, color de reyes entre mi saliva
putrefacto.
Honrada carne viril repleta
del veneno que me ahoga.

¡Envidia, Paris!
Me confieso avergonzado
y trago diamantes para asfixiarme
con la sangre de mi rasgado esófago.

Me despido con una mano 
desde el infierno de mis sábanas manchadas de diamantes.
Ah, Paris...
Manchadas de diamantes.

martes, 12 de marzo de 2013

1:40 am

Intoxicado con la locura
 me hallo enamorado de mi trsteza.

Payasa.

Quisiera quitarme la vida
que tú me entregaste.
¿Pensaste si quiera en mi opinión?
Nunca quise venir al mundo
y hoy, entre palabras con trozos de vómito,
un suicidio leve,
un desgarro desde dentro
brotando serpientes.

Brotan de tu útero, madre.
Serpientes de tu vientre 
a mi esófago podrido.
De tu pútrida vagina
a mi cuerpo muerto.
Quisiera quitarme la vida
que me otorgaste en mal estado, 
putrefacta.

¿Qué tienes en los ojos, madre?
Es reflejo de violencia,
que crece como un cáncer
sobre tu piel pálida,
sobre tus mustios labios
que hicieron del sexo 
algo despreciable: mi creación.

jueves, 7 de febrero de 2013

Conversaciones conmigo mismo.

¡Ah, acero al rojo vivo!
Ay de mi, despégalo de mi piel.
Despégate, ¡aparta!
Aparta, Caín de mi vera
y arráncame los ojos pues son
causantes del pecado.
No... No...
Los hombres no pueden llorar...

¡Dame muerte!
Dame muerte si es pecado desbordar
el Nilo en la cuenca de mis ojos.
Dame muerte si mojar la piel
desconocida por mis lágrimas
es sínónimo de debilidad.
¡Dame la muerte si no sientes
lo mismo que siento!
Clávame si es tu gusto un puñal,
sólo si tu no lloraste nunca.
Si no soy hombre por 
mojar mis baldías mejillas, 
si no soy hombre por mirarte
de la misma forma en que tu me miras.
Porque me miras, lo sabes
y rebosas lagos enteros...
Hipócrita.
¡Dame muerte en frente de todos!
Aquí, en la yugular, salpícate de sangre,
queda marcado de por vida y
muere entre pútridas vaginas.
Hipócrita... 
Juro que te escupiré después de muerto.

martes, 8 de enero de 2013

(-)

EMETERIO -Dejad de pensarme.... ¡Calla! Las voces... Dejad de pensarme. (silencio) Me volví un monstruo para hacerme compañero de mi mismo. Me arranqué las uñas de los pies para comérmelas luego, masturbarme con mi saliva y gritar de gozo. Dejad de pensarme, ¡no quiero oíros! Quise clavarme puñales de acero para llamar a la muerte como amiga y confidente, ¡quise acabar conmigo y no tenéis otra cosa que hacer que sacarme de mis putas casillas! Dejad de pensarme. No sabéis apreciar lo que es estar solo... No sabéis apreciar el silencio, ¡el jodido silencio! Así os graparan las bocas a vuestro sexo para que callárais y vuestro gozo se convirtiera en tortura. Os odio por pensarme, os odio por existir y por clavar en mi carne húmeda vuestras palabras putrefactas bañadas en bilis amarilla y ácida. Quisiera vomitaros en los ojos las palabras para que sintiérais la mínima parte de mi constante sufrimiento... (Señala) A ti te mordería la lengua hasta desangrarte. A ti te sacaría los ojos con tus propios meñiques... ¡Dejad de pensarme! Si tengo miedo es por vuestra culpa y no pienso en haceros más que lo que merecéis. Soy esparto viejo y los hilos que quedan sueltos se funden con mi carne reblandecida por vuestros ácidos esputos. ¡Dejad de pensarme! Deseo verme convertido en sangre y colarme entre tus dientes, escúpeme en mármol. No seré quien y descansado cerraré mis ojos que se desvanecieron con lo que antes fue un cuerpo.

sábado, 5 de enero de 2013

Y así la destrucción III

La piel en el suelo
cubierta de sangre y ceniza.

                                                  El cráneo roto en pedazos
                                                  y el brillo apagado en cuencas
                                                  rebosantes de odio verde.

   Rojo y cobre.
   Hilos de vísceras
   que se cuelan entre mis dientes.
   Vomito rabia y bilis negra.
                                                                          Me muerdo los dedos viendo
                                                         la escena y el espacio se resquebraja.
                                                                          Traigo conmigo la destrucción.


               Odiadme. Soy destrucción.
               Odiadme. Vengo con ella a cuestas.
               Odiadme. Traigo muerte y apesto a hígados chorreantes.
              Huid de mi, no tengo más que lo que merezco.